domingo, 14 de septiembre de 2008

Ciclos

La vida está compuesta de ellos. Nosotros mismos somos ciclos de composición de materia/energía que acabaremos desapareciendo y transformándonos, cuando se acabe el nuestro. La propia vida, puede ser un ciclo o la concatenación de finitos o infinitos ciclos. Además, ciclos hay, como factores diferentes tiene la propia vida: amor, salud, trabajo, amistad, sabiduría, .... Complejo, ciertamente.
La teoría del ciclo infinito. Que no hace más que acompañar a la primera ley de la termodinámica, o eso creo.
Bien, a mi se me acaba un ciclo. Hay ciclos que no te das cuenta y descubres que ya han acabado cuando ya has empezado claramente el siguiente. Pero los hay (es el caso que me ocupa), en que mucho antes de que el ciclo acabe, ya te está avisando a gritos de que llega su final. Es además, el aviso de que el ciclo acaba, el que te obliga a acabarlo y tomar decisiones que hagan cerrar ese ciclo cuanto antes.
Luego, viene la parte dura, salir de la inercia del antiguo ciclo y adaptarse al nuevo. Porque cuando cambia sin avisar, todo esto se produce de forma espontánea, sin traumas, sin transiciones y sin darse uno cuenta. Pero cuando es el "ciclo avisador", la cosa es mucho más traumática y dramática. En esas estoy, en plena adaptación al nuevo ciclo. Así, que a partir de ahora, debo cambiar de hábitos, escribir, hablar, vestir, caminar y hasta hacer el amor de manera adaptada al nuevo ciclo, que no se si quiere decir diferente.
El caso, es que han cambiado muchas cosas. Las condiciones de contorno (permitirme que emplee esta expresión) son absolutamente diferentes, sin embargo yo permanecía igual, y eso no me estaba funcionando. No había manera de encontrar solución aceptable a esta nueva ecuación, así que la única forma es adaptarse al ciclo, utilizar las nuevas variables, aprender a manejarlas y volver a tirar para adelante.
Son ciclos, ya sabeis

martes, 27 de mayo de 2008

Paciencia amigos

¡Qué dificil es esto de la paciencia!

Lo peor, es que hay que tenerla para todo. Los hay que dejan pequeño al Santo Job, los hay que tienen poca, y luego estamos los de mi calaña: los que creen que paciencia es un tipo de yogur nuevo, de estos que regulan el gastro intestinal.

Vayas por donde vayas, acudas a quien acudas, la paciencia es la premisa fundamental. Con la familia, con los amigos, con los compañeros, con los clientes, con los jefes, con los empleados. El etcétera es tan largo, que no es digno utilizar la abreviatura. Con todos y cada uno de ellos, hay que tener paciencia, y en ocasiones, es preciso añadir el epíteto"infinita", el remate.

Me supera. Yo, que me desespero encendiendo el ordenador, porque éste tarda "mucho" en arrancar. Pues ya me direis. No hay manera. Además, ante la inexistencia de paciencia, todo se torna de una inmediatez supina, y entonces llegan los malos acuerdos y las decisiones no todo lo acertadas que uno quisiera. El tiempo, a base de impaciencias mal gestionadas, te acaba enseñando a tener algo más de aprecio por la tan perseguida señora/ita de marras.

Casi lo peor de no tener paciencia, es tener que esperar para aprender a tenerla. Lo peor, es tener que entenderte finalmente con ella, y acabar siendo paciente, que a mi me suena a vaca.

Así que, paciencia amigos.

domingo, 6 de abril de 2008

Domingos

Que cosa esta de los domingos, "dies dominicus", día del señor, cuanto tiempo. Recuerdo como si fuera ayer, como pasaba los domingos de mi infancia: ducha mañanera, repeine y limpieza de zapatos (incluidos los de mi padre), luego a misa de once, y después a la sesión matinal de cine. Todos juntos, hermanos/a, amigos que eran como hermanos, y también pequeños pero inocentes "enemigos", y lo mejor, sin mayores. Como lamento que mis hijas se pierdan eso. Mi padre a veces, hasta nos leía un párrafo de las Santas Escrituras adaptadas para mentes infantiles, pero muy completitas. ¿A que hora nos levantábamos para hacer todo eso?.
En algunas ocasiones, menos de las que a mi me hubiera gustado, salíamos a comer, tengo en la boca el regustito de la paella de uno de los bares a donde solíamos acudir, y sus maravillosas "pavías".
Eran días de motociclismo en la tele, de futbol en la radio, y resúmenes en la tele a la hora de cenar.
Pasó la infancia y llegó la adolescencia, los recuerdos cambian y aunque parezca mentira, se vuelven confusos. Cambié la matinal por el baloncesto, la misa de once, por la misa de siete, y el futbol por "Candy, Candy", y muchas cosas más.
Ahora mis domingos, son diferentes, mis hijas son madrugadoras y enérgicas, desayunos, limpieza general y corriendo al parque a quemar adrenalina. Comidas, papillas, biberones inundan tiempo y espacio. Eso si, la siesta dominguera se ha instalado en mi vida como una tabla de salvación, un pequeño relax familiar, que tácitamente y sin hablar hemos instaurado, como regla santa e inexcusable, y hasta el próximo domingo.
Qué cosa esta de los domigos.

sábado, 5 de abril de 2008

Inauguración: Qué buen día. Pasad y tomaros algo.

Hoy ha sido un día estupendo. Lució el sol desde muy temprano, sopló el viento desde media mañana, así que éste último aliviaba el calor y hacía que el día fuera realmente estupendo, pues el calor es para el verano, y no para el principio de primavera. Cuando el verano, insiste en adelantarse (y estos últimos años no hace otra cosa), luego nos cansamos enseguida de tanto calor, tanta playa, tanto turista, tanto verano. Porque además, éste está cogiendo otra feísima costumbre, que es irse muy tarde. Aún recuerdo este último fin de verano, casi a finales de octubre, cuando ya decidimos no ir más a bañarnos a la playa, no porque no acompañara el tiempo, sino porque la mente tarda en asimilar un día de todos los santos, dándose un baño marino.
Esto debe ser esto que llaman cambio climático.